Soy «R», o identidad «R». Una persona finalizando sus treinta que lo tiene todo: una familia maravillosa, un puñado de muy buenos amigos y un amigo fabuloso, «T»; salud, buen físico, buen trabajo, comodidades. Todo.
(antes de nada y por si no lo habéis hecho ya, os invito a leer ¿Por qué EdC0?)
Vamos allá –
Gracias L., perra, por haberme dado la hostia definitiva y haberme enfrentado con mis propias miserias. Sin ti quizás esto hubiera tardado más, aunque estoy convencido de que hubiera ocurrido igualmente.
Bien. Gracias a L. mi penúltimo romance inútil y dañino, descubrí a mi verdadero «r». Una persona quejumbrosa, atenazada por todo, sufriente e hiriente, con los muslos fornidos de estar casi una vida entera lanzando balones fuera.
Aún todavía resuena con fuerza la penúltima frase que L. me brindó, antes de nos despidiéramos para no saber más el uno del otro: «eres como una niña llorica». Y no la culpo por eso, era cierto. Lo que yo, «r», no sabía, es que aquella frase, esa hostia con la mano abierta, ese nuevo fracaso, iba a derivar en una aventura de auto-conocimiento que a día de hoy me esta cambiando la vida. La aventura que comenzó en un pozo oscuro y profundo, aparentemente sin salida, va ahora lentamente avanzando cuesta arriba, peldaño a peldaño, pasando por la introspección y un deseo sincero, honesto y decidido, de conocerme a sí mismo y reencontrarme con lo que verdaderamente soy.
— Estoy en el camino —
«R» empieza de cero en diciembre de 2015. Ya en la parte final de mis treinta y tantos. Fue una decisión voluntaria, como tienen que ser todas las decisiones, y realmente el momento de inicio del cambio fue muy simple. Paré lo que estaba haciendo y me dije: hasta aquí hemos llegado, esto no puede continuar así, he de darle la vuelta a la tortilla o no voy a poder mirarme al espejo nunca más. Así que me convencí, y me dije de una vez por todas: «r», vete a tomar por culo. estoy harto de ti, tu no eres yo –
Después de tomar esa decisión, dejé mi trabajo, hice el primer viaje sólo en toda mi vida (que no fuera de trabajo) y emprendí un nuevo rumbo. Esta vez sí, fue mi decisión.
Y ¿cómo es posible que una persona teniéndolo todo pueda sentirse tan infeliz, tan vacío? Pues muy fácil: dependiendo de lo externo.
L. me dejó tirado como un montón de huesos abandonado en la cuneta. Primero me lo dio todo, me colmó, haciéndome terriblemente feliz, entregado y enamorado… para después arrebatármelo, de la noche a la mañana, sin aviso previo. De una noche a otra ya no sentía atracción por mí, era como un extraño para ella. Todo lo que le decía le causaba repulsión, y conforme iba siendo consciente de que todo eso iba sucediendo, yo me metía más hacia dentro, haciéndome más y más pequeño. No podía acercarla a mi: la había perdido. Me había abandonado como a un niño pequeño y ella me había apartado de de su vida. Era incapaz de tolerar la idea de que alguien pudiera desprenderse de mi como de un jersey viejo y agujereado. Es terrible cómo el sentimiento de abandono (y el miedo a que ocurra) es tan profundo en mí. Tras el «abandono» quedé como insecto que cualquier miserable podía pisotear sin pedir permiso.
Cuando desperté y tomé plena consciencia de en qué estado me encontraba (tuvieron que pasar un par de meses para que me recuperara); me encontré solo, absolutamente vacío, sin saber cuáles eran mis necesidades, qué me gustaba o qué leches quería hacer con mi mida. Me miraba al espejo y lo único que conseguía visualizar era un farsante, alguien que yo no era. ¿Por algo tan simple? Una relación de apenas 20 días… y estaba destrozado. Avergonzado de mí mismo y lleno de miedos. ¡Esto no es posible!, pensé. Hay mucho más tras las cortinas.
Que me destrozaran de esta manera, por actos externos a mí, no era algo nuevo en mi vida, pero era la primera vez que me hacía enfrentarme de verdad conmigo mismo. Mirándome a lo ojos, dispuesto a llegar hasta el final. Lo que marcó la diferencia en esta ocasión, respecto de las anteriores, es la reacción que tuve, el camino que tomé, ya que existían dos opciones bien diferentes:
- Echar el balón fuera y decir: claro es que era una perra (que igualmente lo era) y te lo veías venir. La próxima debes elegir mejor: no es culpa tuya; si te hubieran querido «de verdad» esto hubiera salido de otra manera.
- Gilipollas, tienes un problema real y grave. Se humilde. Te han puesto el espejo en la puta cara y has visto lo que hay: nada. No hay un minuto que perder: arréglalo. Porque solo tu tienes el remedio y la cura para tu enfermedad.
Elegí la segunda, por supuesto, y descubrí la primera gran verdad: me había convertido en un dependiente emocional. Mi situación emocional en cada momento, lo bien o mal que me sintiera dependía de estímulos externos, tales como que los que estuvieran cerca me mostraran más o menos cariño, que mis compañeros de trabajo me saludaran y emplearan buen tono de voz, que al cruzarme con gente en la calle me miraran «bien». ¡En un sin sentido! ¿Cómo vas a hacer de tu día, uno buen o malo, dependiendo de los demás? ¿Quién son ellos para decidir sobre tu felicidad? Sin puto control, eres una peonza gravitando en el espacio ¡Es una locura! Un tremendo error que causa una infelicidad y una angustia increíble.
Si eres una persona dependiente, si tus emociones dependen de estímulos externos, NO TIENES EL CONTROL. Nunca tienes el control cuando eres dependiente emocional, porque lo que sientes escapa a ti. A la mínima de cambio que te joden, o que te enfrentas alguna dificultad, te hundes, dejas que te hundan, te metes en la cueva y a llorar, pensando que la gente es mala y el mundo es una mierda. Por supuesto, en la vida te joden y hay dificultades, no es un camino de rosas ¡pues claro! Ver los problemas fuera, no te ayuda en nada, solo te permite escapar una vez más, pero el problema seguirá viviendo dentro de ti, nutriéndose de ti, succionándote.
Tú tienes la decisión. Si decides adentrarte y ver bajo la capa superficial que tu EGO (o lo que empezamos a llamar T y R en nuestras conversaciones iniciales, el «Enemigo Interior») te presenta, descubrirás el tremendo engaño: ser feliz no depende de nadie, SOLO DE TI. Una vez que llegas a esa primera gran verdad, entiendes que ahora tienes el control, es tu momento, tu vida ya NO es un carro que va a la deriva, a lo loco, cuyas riendas las manejan situaciones y emociones provenientes de otras personas. Quizás esto le puede resultar obvio para gente no tenga este tipo de problemas. Pero no lo era para mí. Mi enemigo interior no me dejaba ver, quería librarse de toda culpa, proteger su nido caliente donde disfruta de calefacción 24 horas y un clima templado. Una vez más, echar balones fuera.
La dependencia emocional, como digo, fue la primera pata visible de un problema más profundo, al cuál hemos llegado resultado de un trabajo de introspección íntimo. Este problema raíz, del cual hablaremos más y más, no es ni más ni menos que la falta de amor propio y autoestima, la separación última de nuestra esencia.
— El enemigo más terrible y despiadado que he tenido en mi vida, el cuál he alimentado y cuidado, he sido yo mismo —
Cuando era «r», me decía a mí mismo frecuentemente: joder, estás solo, no tienes casi amigos, no consigues tener una relación sana, en tu trabajo no eres tan bueno, no eres atrayente ni influyente, no consigues terminar lo que empiezas (e infinidad de más cosas), no tienes pasión ni alegría, no vales nada. Ahora que soy «R», me digo: amigo, te quiero. Lo demás vendrá, y si no viene, te tendrás a ti mismo y eso deberá ser suficiente para hacerte completamente feliz.
Lo que se deriva de cambiar esa manera de verte a ti mismo, y es una consecuencia muy importante, es lo siguiente: pasas a ser un sujeto pasivo que está a expensas de lo que ocurra en el exterior (lo cuál es impredecible), a ser un sujeto activo, consciente de su realidad, dispuesto a luchar por ser feliz, por encontrarse con uno mismo y abrazarse con su última y primigenia esencia.
Hago un pequeño paréntesis, para comentar algo que se habla mucho, pero no deja de ser totalmente cierto: ¿cómo narices pretendes hacer feliz a alguien si no consigues hacerte feliz a ti mismo? Que debería ir siempre lo primero. ¿Veis? Es una sin razón. No tiene ningún sentido. ¡Quiérete! ¡Ámate! y solo así podrás dar a los demás algo que merezca la pena.
Otra gran frase, que me ha acompañado en estos últimos meses:
— Tú no eres tus pensamientos —
Es una gran verdad, os invito a pensar. Nuestros pensamientos provienen de mecanismos que no (siempre) tenemos bajo nuestro control. Las primeras respuestas mentales a un estímulo son automáticas, vienen dados por creencias, patrones aprendidos, bien durante la infancia, bien transmitidos por nuestra cultura, pero eso no nos define, no es nuestra esencia. Si aprendes a ver esos pensamientos como un espectador de tu propia película, y consigues ver como fluyen por tu cabeza cuando te enfrentas a distintas situaciones, verás que muchas de esas repuestas mentales y emociones son primarias, tontas, como dije antes: automáticas; y tienen funciones primarias, tal y como proteger a tu ego y tu intelecto. Quizás provenientes del instinto de supervivencia psíquico. Una vez consigas esto, podrás con voluntad, evitar que te arrastren hacia la toma de las mismas decisiones y por tanto, hacia las mismas consecuencias. Podrás elegir (sujeto activo) si dejarte llevar por ellas, o no.
Desde el primer día que seas consciente de estos mecanismos, podrás intentar cambiar tus reacciones. TOMA EL CONTROL de una vez: es tu responsabilidad y ¡es tu vida!
— Quiérete a ti mismo. No busques alrededor. No hay otra salida. Esa es tu píldora invisible hacia la felicidad —
«r» era una promesa jamás cumplida, un sujeto narcotizado a base de sufrimiento y melancolía, un futurible tras futurible: cuando sea esto, entonces haré tal cosa, cuando me sienta mejor entonces haré esto, cuando encuentre una pareja mejor seré feliz, cuando tenga un equipo de sonido mejor haré música… ¡Mierda! ¡Solo existe el ahora. Y lo que eres ahora, en este momento, es lo que ES, nada más importa: así que quiérete y si hay algo que no te gusta cámbialo, ahora, sin perder un minuto. Tu nueva vida está delante de ti, échale coraje y vívela. Nadie lo hará por ti.
Piensa que siempre, siempre, siempre, hay motivos para sentirse bien y estar feliz.
Soy un enamorado amante de la naturaleza, es maravilloso poderte levantar cada mañana y ver el cielo, el sol, las nubes, la puesta de sol, la noche. Todo el naturaleza es cambiante, nada se repite de la misma manera dos veces. Por mucho que las olas rompan en la rocas aparentemente de la misma manera, nunca ocurre igual. De la misma manera, la sucesión de los días y la noches, siempre ocurren en tiempo distintos, la exactitud no existe en la naturaleza, la naturaleza es bruta, caótica y siempre cambiante. ¿Por qué nos empeñamos en meternos en nuestra cueva intentando hacer que los días sean iguales unos tras otros, siendo temerosos a los cambios, dependientes de la comodidad y de la estabilidad. Y más importante, ¿por qué piensas que eres un ser que no puede cambiar? ¿por qué convencerte de que eres «ese que piensas que eres»? tu puedes ser lo que te dé la gana de ser, es tu voluntad. No lo olvides.
Es un proceso, no es empezar y listo. Ten en cuenta que has aprendido a vivir bajo el yugo de tus patrones durante años, a percibir las estímulos externos, procesarlos y responder a ellos de una manera determinada, desde tu infancia. ¿Podría decir que ya no soy dependiente emocional? No, lo sigo siendo a día y de hoy. Sin embargo el efecto que causa en mí es mucho menor que antes. Seguiré así hasta que consiga minimizarlo al máximo sino eliminarlo.
De esta manera «r» pasó a ser «R». «r» era un montón de miedos, expectativas no cumplidas, promesas a futuro, quejas, frustraciones, angustias idiotas, conformismo y DEPENDENCIA.
Ahora soy «R»: un joven inexperto y en proceso de curación, aprendiendo a vivir la vida de una manera distinta, por fin mía. Por delante tengo la aventura vital de reencontrarme con mi esencia y luchar por MI felicidad.
— Bienvenidos a esta aventura.
Identidad R
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