Ayer escribí una post sobre la culpa. Y es un tema muy interesante. Pero más desde el punto de vista del enjuiciador: del que echa la culpa al otro.
Hoy voy a seguir con él pero poniendo el foco en el pobrecito inculpado: la víctima.
Mirad, ese sentimiento de culpa no existiría si uno gozara de un estado emocional en equilibrio consigo mismo. Esto es la primera cosa. Si tu eres una persona fuerte emocionalmente va a ser difícil que le permitas, o mejor dicho que te permitas, sentirte culpable.
Sentirte culpable es un sentimiento horrible porque finalmente, te juzgas a ti mismo como no válido. El juicio lo inicia la parte demandante, pero si tu llegas aceptar esa culpa… amigo… ya la has cagado. La única cosa que debe hacerte sentir culpable en tu puta vida, es no ser capaz de creer en ti mismo. La mayoría de las cosas que te imputan, vendrán de otras personas y serán expectativas que ellos depositan en ti. Tu no las cumples, por a o por b, y te culpan por ello.
Bien, para que se dé la culpa, deben de darse 3 cosas: el juez, el enjuiciado, y los elementos que se imputan. En un trabajo el primero es el jefe, el segundo tu, y el tercero los reportes que dicen que no has obrado de la manera más diligente, te has dejado trabajo sin hacer y el proyecto se ido al carajo. Hasta el en el trabajo donde los rendimientos suelen ser observables y observados es complicado decirle a alguien «esto ha salido mal, por tu culpa» y es que las variables que afectan al rendimiento de un trabajador son muchos, y a veces, no siempre están a la vista del enjuiciador, lo que no le permite tener todos los datos para poder medir de manera objetiva. Pues si eso ocurre en el trabajo, imaginaros en la vida íntima de las personas, donde caminamos ya de por sí en terreno empantanado, en el mundo de las expectativas, esperanzas, emociones, exigencias, moral, ética, creencias, etc. Menuda mezcla. Bienvenidos a la oscuridad de lo subjetivo.
Dicho esto, también cabe mencionar, que hay veces que la culpa es merecida. Si yo estoy con alguien en una relación y decidimos mantenernos fieles a nuestra pareja, por el motivo que sea, es por tanto algo acordado y hablado; si yo le soy infiel a la mía y eso destruye la relación, pues evidentemente yo tendré la culpa porque habré roto una de nuestras clausulas no escritas, pero sí acordadas. No estoy hablando de estos casos tan obvios. Lo que ocurre es que muy a menudo el enjuiciador echa la culpa al otro por expectativas no cumplidas por parte del acusado, pero claro, estas expectativas nacen del enjuiciador, y muy a menudo, no son compartidas con el acusado, quien, la mayoría de las veces, va asistir al espectáculo del juicio con los ojos como platos porque no sabe ni por donde le vienen los tiros.
Os hablo de mi caso para ilustrarlo mejor. Yo estuve 4 años y pico con una persona que me hacía sentir culpable de cosas tales como no saber ser el centro de atención en una conversación. Ella tenía las expectativas de que yo lo fuera, y en su puto mundo ideal, ella quería, deseaba que yo hubiera podido hacerlo y que la gente quedara maravillada con mi capacidad de expresión. Cuando eso no ocurría, ella se dedicaba a criticarme, y yo, con mi autoestima por los suelos me llegaba a sentir culpable. Como digo, ella creaba las expectativas, salían de su puta cabeza. Para ella, en su ideal de hombre, su macho debía ser el centro de atención, pero ¿se me dijo a mi tal cosa? ¿era un pilar de la relación el cómo yo me comportara de una manera u otra en publico? Por eso, para mí, el conocer y mucho, a la persona con la que quieres compartir tu mundo, antes de meteros a mayores, es una pieza clave que comenté en el post anterior; porque debéis conocer vuestras reacciones y comportamientos, en cuantas más situaciones diferentes mejor. Así podréis valorar y poder decidir si el conjunto, porque las personas son un conjunto, te compensa o no. Si lo hacéis de esa manera, lo cuál requiere ante todo mucha honestidad por ambas partes, tendréis muchas probabilidades de que la cosa funcione, simplemente porque no vais a generar la cantidad de expectativas estúpidas que salen del desconocimiento del otro.
En mi caso, y siguiendo con el ejemplo anterior, esto me pilló muy débil emocionalmente, así que lo que me ocurría era que me sentía profundamente culpable. Apenas empezaba el juicio ya estaba condenado.
La culpa me iba destruyendo más y más, minando mi seguridad. Cada vez que salíamos a tener vida social, se me hacía un mundo siquiera tener conversaciones con las otras personas, porque me creía incapaz. Y no lo soy, pero el tema no es si lo soy o no lo soy, es que no tengo que estar medido por la vara de medir subjetiva que me planta una persona que no me conoce, porque no me ajusto a su patrón o ideal de lo que tiene que ser (exigencia) su pareja. ¿Estamos locos?
Si estáis en una situación así, debéis pararlo de inmediato. Si todavía os queda autoestima suficiente, os recomiendo que lo habléis, y que dejéis claro que o bien la otra persona te acepta o no te acepta y se acabó, pero que es lo que hay. Y si resulta que no estáis ya con la autoestima suficiente, y entráis en la negociación sin poder ninguno (hablaremos del poder en otro post) es que esa relación os está intoxicando y no debéis perder un minuto. Dejadla, empezad vuestro proceso introspectivo y empezad de cero. Para eso estamos aquí.
Como no salgáis de esto, os puede causar un sufrimiento angustioso, os va hacer sentir terriblemente no-válidos e infelices y os puede minar lo más preciado que tiene el ser humano: el amor por uno mismo. Sin amor por uno mismo, uno puede dar amor a nadie más. Lo diremos muchas veces. Que nos entre en la cabeza. No hay más. Así de claro, así de simple.
Es un puta espiral de basura:
- Te culpan.
- Te culpabilizas.
- La otra persona sabe que te estas culpabilizando, luego aceptas los cargos. «Vale» —piensa el juez— «entonces es que llevo razón». Y le das alas.
- Tu pierdes más y más amor propio y cuando te enfrentas de nuevo al acto/situación causante (el hecho enjuiciado) vuelves a tener un comportamiento, si cabe, más errado (según el la opinión del juez).
- GO TO paso 1.
¿Y qué es amigos lo que va cambiando en cada ciclo? Que tu barra de autoestima va menguando, poco a poco. Te va metiendo en una depresión, llega un momento en el que no sabes ni cómo comportarte, estas inseguro, y todo lo que piensas de ti mismo, da sentido a la versión del juez.
El mundo, y la vida, es un milagro maravilloso. Que estemos aquí en este momento, que estés leyendo estas palabras, es una coincidencia tan disparatada como absurda como maravillosa. Es extraña, es espectacular: todo lo que la rodea es enigmático. No hay tiempo para sentirse culpable ni para cumplir las expectativas de nadie.
— Haz contigo lo que quieras ser —
Arroja esa chaqueta sucia que te han puesto sobre tu cuerpo precioso, y permítete brillar, como la estrella que eres. Desintoxícate y sal de ese ciclo pernicioso que esta acabando contigo. Haz el favor de asomarte a la ventana, mirar el cielo, tomar una bocanada de aire fresco y decirte a ti mismo: BASTA.
Señores, mirar atrás nos debe de permitir al menos dos cosas:
- Comprendernos más a nosotros mismos.
- Aceptarnos.
A partir de ahí, abre tu mochila y vacíala. Fija un punto de inflexión. Recuerda que esto es Empezando de Cero.
Tener la oportunidad de vivir el momento que vives, irrepetible, es un regalo de valor incalculable. Y es todo tuyo. No le debes nada a nadie.