«R». El Poder

A menudo se comenta, hablando de la Naturaleza, que es preciosa, armoniosa, equilibrada, cuando es todo lo contrario. La Naturaleza es caótica, agresiva, bruta, salvaje (sin piedad) y la vez, eso sí, misteriosa y compleja. Tu puedes estar disfrutando de ella, tomando una buena copa de vino, sentando en un sitio tranquilo, mientras el sol se va ocultando, dejando su reflejo anaranjado sobre las olas que rompen costa. Eso es maravilloso, las imágenes que provee la Naturaleza y los sentimientos que despierta pueden ser de enorme belleza. Pero, si estuviéramos en un lugar, no tan tranquilo, y más salvaje, más nos valdría tener cuidado porque tú, para la Naturaleza, no eres más que un saco de nutrientes.

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«R». Fallar no es la Derrota

Ayer escribí un post un poco amargo e inusualmente corto. Al final quise darle un poco de emoción, con más ganas que efecto, pero sí, en fin, estaba hecho unas mierda. En el puto pozo. Otra vez. Para colmo me había echado un peta y no estaba precisamente de ji-ji ja-ja… Por unas horas pensaba haber vuelto al mismo agujero en el que me encontraba meses atrás y del que estoy luchando por salir.

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«R». He Fallado

Es muy difícil asumir, que has fallado como hombre. Te defraudas a ti mismo y sientes hasta vergüenza.

Fue tras «L.» que me sentí así por primera vez. Me sentía al principio muy confundido, sin saber muy bien qué pensar. Las emociones no me cuadraban nada, y tuve que ponerme a pensar, a escudriñar, para ponerme en camino de mi aceptación. Llore profundamente, hacia dentro. Y tuve que tragarme que me dí lastima a mi mismo. Que difícil aceptar que has traicionado al primer amor de tu vida: a ti mismo.

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«R». Aceptación

Para mí, el comienzo de todo: ponerse frente al espejo y observar detenidamente lo que aparece ante ti.

Es muy íntimo, privado y has de hacerlo con mucha humildad, también honestidad. Algo que tiene que salir de ti, y solo de ti. Te pone frente a lo que eres y te da un pulsera «all inclusive» hacia la aventura de tu descubrimiento.

Sin darme me cuenta, se me ha ido un tercio de mi vida escapando de ese momento, de ese ejercicio vital tan importante, intuyendo que había cosas que no funcionaban correctamente, siempre teniendo la impresión de estar huyendo y actuando en una especie de obra teatral, medio real medio imaginaría, en la cuál ni siquiera me sentía el protagonista.

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