(Entrega I)
Los días pasaban. El encargo no llegaba y me estaba poniendo nervioso.
Steindeck era un basurero espacial. Un muelle de poca monta perdido en el cuadrante Delta. Aquí, normalmente no pasaba nada, y de pasar, normalmente no era nada de lo cual acordarse.
Solo venía aquí cuando era necesario. Como ahora.
Tenía desconectada la lapa y nuevamente no tenía acceso a la realidad aumentada. Estar desconectado era desconcertante y aunque a priori podrías pensar que era un consuelo, no encontrabas la tranquilidad. Todavía sentía a veces alguna especie de escalofrío al estar algún tiempo sin el run run de la publicidad o las continuas distracciones y llamadas de atención de las notificaciones.
Desconectar la lapa no era aconsejable. Así se había advertido a la población en repetidas ocasiones y además podrías ser objeto de multas si eras interceptado sin él: «Por su seguridad», decían. Siempre igual.

Ya lo tenía todo preparado. Mi nave se encontraba atracada y estaba la espera del cargo que debía hacer la entrega. A esta gente no los conocía de antes, pero han insistido y han sido muy generosos… pero aún así, estar aquí esperando es un riesgo que no quiero pasar.
Ya llevo tiene esperando y se hace eterno. Sigo con la mirada la actividad en algunas dársenas cercanas y pienso que deben estar esperando a que sea el momento oportuno. Quizás no tengan tanta experiencia como decían tener.
Pasan algunos minutos más. La actividad en las dársenas contiguas cesan pero no se observa cambio alguno.
No entiendo qué ocurre. Ya deberían de estar aquí. Hace al menos 1 hora que ya deberían de estar aquí. Cada minuto más aquí me expone.
Joder.
Entre toda esta vaina uno se pregunta, ¿por qué dejarán que sobrevivan sitios como este? Aquí no hay apenas rastreadores. De alguna manera nos necesitan, pienso.
En este negocio solo tienes que no meter la pata demasiado, no dar la nota, terminar tus trabajos y no preguntar. Si eres discreto y competente, podrías vivir relativamente bien y hasta te permitirán ciertas licencias. Nunca me había gustado que me vigilaran y no valgo para ser un autómata así que supongo que es mi destino. Tampoco valía para nada más, quizás.
Tengo gente con la que crecí en el Instituto de Crecimiento Humano que viven enchufados casi todo el día. El ocio les consume, a algunos literalmente. En algunos sectores hasta lo han tenido que regular. Desconectar del trabajo, tomarse una pastilla alimenticia y enchufarse hasta la noche. He oído también que hay zonas donde el espacio para vivir es tan escaso, que la gente se apaña en 20 m2 y el resto de vida lo hacen virtual.
Un asco.
Bien.
Ya Percibo ligeros cambios en la luminosidad y unos minutos más tarde, veo como una algo extraño delante de mí que empieza tomar forma y color, como si apareciera de la nada. Un chisporroteo y la nave transportadora acababa de atracar.
Esta tecnología de modelado y reflejo visual, basada en retroproyección era muy efectiva para camuflar, y aunque no era la primera vez que la experimentaba, resultaba muy llamativa.
Visualizo la matrícula y coincide con mis registros Z3B4AH764211. Estaba limpia. El distintivo de la nave es fácilmente reconocible.

Se me activa el enlace celular y siento calor en la muñeca. Conecto el descodificador y tras la desencriptación visualizo en mi pantalla sobre-ocular un par de imágenes, a la izquierda y a la derecha. Es una suerte de cuadrícula y cada celda de la cuadrícula esta iluminada de color.
Debía memorizarlo, obviamente sin tener la lapa conectada. Lo había hecho miles de veces. Lo hice una vez más.
Ese era el código que abría el contenedor y olvidarlo o no recordarlo correctamente podría costarte la vida. Si te digo la verdad, nunca me preocupaba mucho por qué contenían. Lo mío era el transporte. Allá cada uno con los juicios que quiera hacer.
Descargué el contenedor como de costumbre y lo acoplé a mi transportador. Para ellos lo complicado ya había pasado y para mi sin embargo la historia no hacía más que empezar.
Debía hacerlo rápido. Según me habían confirmado un contacto antiguo de la jefatura, vendría un equipo de rastreadores del sector 3. Así que debía darme prisa.
En Steindeck no hay apenas dispositivos de tracking, sin embargo, había escuchado que las últimas versiones de los tracking bots habían comenzado a poder reconstruir el pasado con una mínima información del presente y con gran porcentaje de éxito; por lo tanto, no dejar evidencia alguna era crucial para seguir indetectado.
Dios. No saben qué inventar.

Me aseguré de recoger todo rastro biológico mío en la dársena y tras operar la grúas, fui a mi zona de embarque. Hice el depósito correspondiente al teniente de guardia en en el muelle y me puse a los mandos. Mi contacto se encargaría de que esta recepción no conste en ningún sitio, ni física, ni digitalmente.
Aunque el rastreo había avanzando muchísimo, todavía había zonas en las cuales las corporaciones no se entendían y no estaban dispuestas a cruzar toda la información. Batallones de abogados de ambos lados se enzarzaban en juicios por las competencias sobre los datos y rara vez, por suerte, se llegaban a acuerdos de colaboración.
En realidad este menudeo no les importa demasiado, pero eso sí, si no te pasabas de listo y no pasabas las lineas rojas.
En fin, que así siga. Si cruzaran esos datos, y podrían hacerlo, todo esto se acabaría, para ellos y para nosotros.
Mi destino, el Sector Centrum, el más importante del cuadrante Neu-Gate y el sector de negocios más importante de las colonias del cúmulo Nexus.
Un asco de destino.