«R». Habilidades Sociales

Sigo pasándolo en grande leyendo el libro de Dale Carnegie que mencioné días atrás en EdC0. Esta lleno de casos prácticos, gestos que fácilmente se pueden aplicar y muchos muchos consejos para potenciar las habilidades sociales.

La importancia del «Sí»

Ayer leía sobre la importancia de sacarle afirmaciones (síes) a tu contrario para acercarle a tu postura o hacia tu forma de ver. Imaginaos que estáis en una negociación, sabes que exponiendo tu punto de vista directamente, jamás podrás obtener lo que necesitas. Eso que necesitas solo lo vas a conseguir haciendo que la otra persona piense como tu. Por más que tu te puedas empeñar en que tu propuesta o solución es la más válida, y probablemente lo hagas de manera justificada y seguro que podrías soltar una larga argumentación al respecto, eso no va a hacer que la otra persona cambie de parecer y se alinee con tu manera de ver las cosas. A menudo las personas no funcionamos con la lógica: está el ego, el orgullo, la autoestima…  Todo ello puede causar que la otra persona se ponga a la defensiva y se cierre en banda.


Puede ser que tu idea/parecer, la que estas tratando de hacer ver al otro, le traiga realmente beneficios que tú si ves claro, pero que ella no; y amigo, si la persona no lo ve, vas perder el 5002197cab79bd3bf7cd8c4710622ceatiempo intentando argumentar tu punto de vista y encima la vas a terminar cargando. Para acercarle pues a tu postura, deberás atraerlo progresivamente consiguiendo «síes». El en sí mismo es positivo, elimina barreras mientras que un «no» hace todo lo contrario, provoca un recelo y un distanciamiento inmediato, por tanto debes trabajar la manera en que la otra persona diga «sí y sí». Para ello, lo primerísimo, debe ser que te acerques a su postura, de verdad, tienes que ponerte en el papel del otro, y hacerle las preguntas correctas para que la otra persona diga «sí», cuantas más veces mejor.
Esta técnica ya está sobre usada, por ejemplo en el tele-marketing donde los operadores van acercándote al «sí» de manera grotesca: «¿quieres pagar menos? Sí; ¿quieres tener más servicios al mismo precio? Sí; ¿quieres un móvil nuevo sin tener que extender la permanencia? Sí». En fin, un ejemplo, como digo, de utilización grotesca. Si la otra persona supiera que me irrita profundamente el tele marketing (y supiera ponerse en mi lugar en vez de en el suyo) sabrían que mi «no» empieza ya en el simple hecho de recibir la llamada, y deberían empezar por algo como: «R., se que estás muy ocupado y que no te gusta recibir ofertas comerciales desde este canal, y permíteme que te agradezca sinceramente tu tiempo antes de nada. ¿Me permitirías dos minutos para contarte brevemente lo que puedo ofrecerte?» Probablemente hubiera dicho «Sí», hubiera percibido que se preocupa ligeramente por mí y mi tiempo, y le hubiera dejado hablar. De todas maneras creo que esta técnica utilizada de la manera correcta todavía es muy válida.

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¿Estaría persiguiendo este abogado arrancar los «síes» del tribunal?

Yo lo he explicado quizás de una manera un tanto vaga, así que de verdad ¡haceros con el libro que Carnegie lo explica de maravilla!

Hacer a la otra persona sentirse importante

Otro de los consejos más interesantes que a mi juicio tiene el libro es ese: hacer a la otra persona sentirse importante. Este un punto muy bueno, porque a menudo, las personas, inmersas en la madurez, sabiendo que «esto es lo que hay», metidas en la rutina de su trabajo, quizás envueltas en vida un tanto insípida, ansían cubrir esa necesidad de todo ser humando de sentirse un individuo «importante».

Si tu consigues que las personas que están cerca de ti, o de las cuales necesitas algo de algún modo, se sientan importantes, tendrás sus puertas abiertas de par de en par.

Ah… ¿qué fácil no? Pues no. Porque no vale la adulación. Tiene que ser fruto de un aprecio sincero, por lo tanto no es simplemente decirle a uno: «vaya que aparato tan maravilloso has hecho» si verdaderamente lo que estás pensando «¿en esto pierdes el tiempo?». Las Superhero paint.pngpersonas, con poco que hagan en sus vidas, siempre tienen pequeños o grandes logros que para el resto de la humanidad pasan desapercibidos o caen en el olvido, incluso para sus seres más cercanos. Si los encuentras, y muchas veces tendrás que escarbar, y sabes cómo hacer para mostrar al otro tu aprecio por ellos, vuelvo a repetir, sincero, esa persona charlará encantada de los mismos, estará gustosa de volverte a ver y le habrás creado una sensación de bienestar increíble. Y a ti no te cuesta nada trabajar eso. Es gratis. La mayoría de las veces, ante una posibilidad de apreciar el trabajo o algo intangible de la personalidad de alguien, no lo hacemos porque estamos pensando en nuestras propias necesidades. Pero conseguirás mucho más entregando ese bienestar a otra persona (quizás tragándote tu ego y tu orgullo), que simplemente quedándote a la espera de que los aprecios vengan a ti primero.

Aquí lo hemos dicho muchas veces: esperar -> expectativas -> víctima -> negatividad; actuar -> crear -> sujecto activo -> positividad.

Yo tengo que reconocer que todavía no me siento lo suficientemente «suelto» para ejercitar todos sus consejos en la vida real, pero voy poco a poco poniéndolos en práctica, y amigos, da resultado. Haces pequeños actos aquí o allá y ello redunda en que cambien ciertas cosas. Una de mis virtudes (ja ja ja también tengo algunas), en las cuales el libro hace mucho hincapié, es la de ponerse en la piel de los otros. Yo lo hago de manera innata creo, al menos no es algo en lo que haya tenido nunca que pensar voluntariamente para hacerlo, y sin duda ese es uno de los aspectos que más puertas me ha abierto, sobre todo en el lado profesional.

La discusión

Lo cierto es que conmigo es difícil discutir, sobre todo en el ámbito laboral, y conforme voy a aprendiendo más cosas sobre el comportamiento humano, más pienso que con el tiempo no discutiré absolutamente nada. Hay que ser más listo. Batallar por ganar una discusión siempre significa, al menos, una cosa: la otra persona sale resentida en su orgullo y estima y, a veces, en su dignidad. Hay que estar un paso por encima de todo eso, ser más «listo» y vencer a tu ego, el cuál te lanza hacia la batalla porque se pone a la defensiva en salvaguarda de tu orgullo. Como hemos dicho muchas veces: hay que evitar esas respuestas primarias iniciales y automáticas. A veces dejar que el otro gane una discusión porque es el paso apropiado y necesario para obtener lo que deseas. Que el otro se estaba equivocando y lo sabías, pues sí, y ¿qué más te da? ¿realmente es eso importante para tu bienestar? ¿te daña tanto la autoestima?. Una puerta cerrada por una discusión puede permanecer cerrada por mucho tiempo, y de una puerta cerrada no vas a obtener nada.

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A veces nos empeñamos en seguir nuestros patrones aprendidos, aún cuando ponerlos en práctica una y otra vez, no nos dan nada positivo. Los patrones, si no sirven, hay que cambiarlos. Lo de que las personas no pueden cambiar es una tontería, claro que pueden cambiar, pero el cambio tiene que ser profundo y tiene que estar motivado por el convencimiento. Tu cambias, pero nadie te va a hacer cambiar.

Mi «ex» y las habilidades sociales

Una de mis ex, tenía una fabulosa inteligencia social. Para mí, verla en acción era impresionante, es sin duda una de las facetas que más me gustaban de ella… lástima que todo lo bueno se quedara fuera de casa…

Tenía una habilidad potente para dos cosas:

  1. Vislumbrar los puntos débiles de las personas con las que hablaba.
  2. Hacer sentirse importante a la otra persona.

Las personas se muestran en gestos, a veces automáticos, reacciones imprevistas, ella sabía ver todo eso conforme iban las conversaciones, se fijaba mucho en qué es lo que la gente repetía más, qué cosas les preocupaban, y de ahí iba extrayendo valiosa información, que después podría utilizar de buenas o malas maneras, según estuviera de ánimo. Cuando estaba en conversación con alguien, incluso no tenía por qué ser amigo suyo, y esa persona hablaba de algo que hacía en su tiempo libre o de algún interés exótico por algún particular, ella encendía sus maravillosos ojos verdes y por su boca salían toda clase de muestras de aprecio y preguntas sobre el tema, que hacían sentir a la persona ¿cómo? TREMENDAMENTE IMPORTANTE.
Y las personas con las que conversaba estaban tan a gusto, sintiendo que alguien se interesara por todas esas aquellas cosas que solamente tenían importancia para ellos. Las tenía rendidas a sus pies, a su disposición, y creedme que era así.

Dar importancia a los demás es ser capaz de suministrar una droga muy fuerte que crea adicción. Ella realmente no hablaba de sí misma, rara vez expresaba sus emociones más internas, sus preocupaciones, sus pensamientos filosóficos o planteamientos vitales. Ella escuchaba y dejaba a los demás hablar (otra gran regla de oro de la que habla el libro) y los retroalimentaba de una manera magistral.

Cuando estábamos juntos, en alguna que otra ocasión la atacaba por esos comportamientos, le decía que era una falsa, porque no me creía que el interés mostrado fuera real. Pero ahora pienso que el interés que mostraba y las cosas que salían por su boca no tenían nada de falsedad (hay excepciones), pero en general, todo lo contrario, mostraba emoción. La emoción se transmite en forma de energía, es algo que llega a la otra persona. Ella, tanto como la otra persona, obtenían con eso infinidad de cosas positivas, es cierto, y la verdad que viéndolo todo desde la distancia, creo que no hacía daño a nadie, todo lo contrario. Bien es cierto que no siempre era verdadera, y que utilizaba a alguna de estas personas hasta la saciedad, pero eso ya es otra historia. Al final creo que en la mayoría de las ocasiones las dos personas obtenían lo que necesitaban y en general producía efectos positivos en ambas partes.

También hay que sacar las cosas buenas de cada uno, y para mí, ella era una maestra en habilidades sociales. Cuando veía su forma de actuar y lo que recibía de todo eso, me ponía tremendamente celoso.

Me alegra poder ver, desde la distancia, todo de una manera más objetiva.

Así pues y a modo de resumen, si queréis como yo, potenciar vuestra habilidades sociales, habréis de practicar (en orden de importancia por sus resultados):

  1. Haced sentir importante a la gente mediante el aprecio SINCERO.
  2. Recordad que tus necesidades no le importan una mierda al otro.
  3. Poneos en la piel del otro.
  4. Hablad menos de vosotros, dejad hablar a los demás.
  5. Si quieres que el otro se acerque a tu postura, tráelo hacia ella progresivamente consiguiendo «síes» (mediante el punto 3).
  6. No discutas.

Y ahora ¡a seguir leyendo!

 

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